En una ocasión, posado en la rama de un arbol, el lagartijo observó el amanecer. Era en realidad un evento hermoso, y durante el resto del día se deleitó recordando hasta el último fulgor de aquel espectáculo. Tras el paso de las horas, el día se fue, y el lagartijo contempló entonces el atardecer. Maravillado ante aquel suceso, llegó a una conclusión:
El atardecer es el amancer, pero al revés.
El amanecer es el nacimiento del día, y el atardecer es su muerte.
El amanecer trae consigo la luz; el atardecer trae la sombra.
El nacimiento es causa de alegría y felicidad, mientras que la muerte es causa de dolor y tristeza.
A final de cuentas, el amanecer, el nacimiento, el atardecer y la muerte son el mismo fenómeno sublime.
Podemos disfrutar el amanecer, sabiendo que nos espera un nuevo día, y disfrutar el nacimiento, sabiendo que nos espera toda una vida,
Podemos contemplar el atardecer, y sumergirnos en la noche que le sigue; podemos contemplar la muerte, y sobrellevar el dolor que nos causa.
Porque no existe noche que no termine, o que no dé paso a un nuevo amanecer; así tampoco existe ni muerte ni dolor ni tristeza que no sean seguidos por alegrías, felicidad, y vida.
El lagartijo yacía en su rama, inmóvil.
Unknown Serene
- 16 years, 10 months, 15 days ago